Observando todo el cubrimiento mediático de la muerte de la reina Isabel hace poco más de una semana. Vinieron a mi mente algunas preguntas alrededor del papel de las monarquías en la actualidad, de los elementos sociales que sostienen su vigencia, de los tipos de monarcas que existen y finalmente de cuál es su proyección futura.

Creo, además, que resolver algunos puntos clave sobre este concepto, aparentemente tan anacrónico, es importante en términos de poder comprender el contexto actual de la relación democracia-monarquía que se cree inexistente para muchos.

En este marco, cabe empezar por señalar que al día de hoy existen alrededor de 42 países que tienen un monarca, sin embargo, hay grandes diferencias entre el papel que juegan  unos y otros. Por ello los agruparemos en dos categorías, que se definen principalmente por el poder que se ostenta en cada una.

Monarquías absolutistas 

En esta primera tipología encontramos a los países donde el monarca se consolida como jefe absoluto de estado. Algunos ejemplos de estos son Marruecos, Jordania, Omán, Kuwait, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Arabia saudita. Países en su mayoría ubicados en medio oriente. Allí el monarca ejerce un poder total sobre las decisiones que afectan las distintas facetas de su territorio. 

Las monarquías absolutistas en el mundo se caracterizan por tres elementos fundamentales. El primero de ellos es el poder absoluto, es decir, no existe la división de la rama ejecutiva, legislativa y judicial. Por el contrario, todo el poder emana del monarca y se centraliza en su corte.

Un segundo elemento que las define gira, en torno, a que ante el pueblo el rey ocupa tal posición por derecho divino, por lo tanto, no puede ser juzgado por ningún tribunal y solo debe rendir cuentas ante dios, es decir, no cuenta con ningún tipo de control político.

Finalmente, una última característica que las define, tiene que ver, con estas se constituyen a partir de una línea de sucesión determinada por una familia hereditaria por la cual ha transitado generacionalmente la corona.

En este sentido, estas monarquías que como se mencione se encuentran en medio oriente; hallan únicamente su justificación en la fe ciega de sus pueblos y en la tradición.

Cabe acotar, además, que en estos estados de tipo religioso donde el islam prevalece como religión oficial. Expresarse libremente y/o cuestionar la tradición son vistos como delitos de suma gravedad. Por ello, estas monarquías se sustentan finalmente en el ejercicio de las fuerzas represivas de sus estados. 

Finalmente, cuando nos preguntamos por su proyección futura, nos encontramos con que la base tradicional y religiosa que sustenta estas, se encuentra supremamente arraigada en él status quo de los países donde prevalecen. Así pues, su desaparición implicaría un cataclismo social de una magnitud nunca antes vista. 

Monarquías parlamentarias o simbólicas

En una segunda tipología entran los monarcas que solo se constituyen como figuras simbólicas. Aquí encontramos a los monarcas de España, Noruega, Dinamarca, Holanda, Suecia, Inglaterra y el emperador de Japón que, si bien, tienen una representatividad simbólica y ceremonial, no cuentan con poder de decisión alguno.

Estas monarquías parlamentarias se caracterizan básicamente porque si bien, el rey o la reina figuran como jefes de estado, sobre estos no recae ningún tipo de poder; ni legislativo, ni ejecutivo, ni judicial. 

En este sentido, su posición es plenamente simbólica y ceremonial, aunque, cabe reconocer que en algunos países si posee una influencia política bastante fuerte 

En este ámbito, se encuentra que estas hallan su justificación y prevalecen socialmente, en tanto, el pueblo las acepta y las reivindica como símbolos históricos de unidad dentro del país

Un ejemplo claro de esto es el caso de Gran Bretaña, donde aproximadamente el 85% de la población está de acuerdo con la continuación de la monarquía, no obstante, cabe aclarar que esta aprobación se limita generacionalmente, pues la aceptación entre los jóvenes se ha venido reduciendo significativamente 

Así, uno de los principales argumentos a nivel político que reifica las monarquías parlamentarias, oscila, sobre la base, de que estas han sido históricamente símbolos de estabilidad en momentos de convulsiones políticas fuertes, donde aun, cuando el gobierno se ha tambaleado, hay algo más allá de este que representa el territorio y sus tradiciones. 

Finalmente, frente a su proyección futura, cabe decir, que estás, a diferencia de las monarquías absolutistas, no se encuentran tan arraigadas al status quo de las sociedades donde prevalecen. Sin embargo, en el aparato social con mayor o menor relevancia, dependiendo del país, si aparecen como símbolos representativos de las tradiciones del territorio. Por ello, en un futuro cercano no tenderán a desaparecer